La primera vez que...
La primera vez que tengo conciencia de ilusionarme por alguna actividad o hacia algo material que la acompañara, debía tener 8 años poco más o menos y en clase el profesor lanzó aquella fatídica pregunta ¿Quién tiene patines? En seguida me incorporé en mi pupitre, en el que medio tumbado a duras penas alcanzaba a entender de lo que se estaba hablando, había una sabia muy bruta y otra muy elaborada dentro de una planta y levanté mi brazo, acompañando la acción de un insistente "yo yo yo yo yo". " Todos aquellos que tengáis patines traedlos mañana que hay carrera" aseveró don Ramón, nuestro tutor
Hacía un par de meses, en el verano, por mi cumpleaños, mi padrino me había regalado unos patines amarillos, unos auténticos Fisher Price que parecían rodar solos. La verdad es que aún no los había estrenado y nunca había ido en patines pero estaba convencido de que aquella carrera iba a marcar un antes y un después en mi infancia, pues algo me dijo que iba a ganarla
Nada más lejos de la realidad, aquella noche apenas pegué ojo por los nervios del momento, iba a estrenar mis patines. Al llegar al cole me pareció extraño q los niños se quitasen sus zapatillas y metiesen sus pies en unas botas negras de las q salían cuatro ruedas, no sabía muy bien qué tipo de patines eran esos pero la verdad es que yo no necesitaba quitármelas para utilizar los míos, amarillos, preciosos
Como conclusión podía hacer sacado o de aquella experiencia haber aprendido que no sólo basta con tener un buen material (no quedó claro que lo tuviese ya que esas ruedas parecían cuadradas en comparación con las del resto de niños) sino que se necesita práctica, entrenamiento, aprendizaje, conocimiento, un poco de estrategia e incluso a alguien que te guíe y te acompañe
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