El día que decidí parar.

La vida, el dinero y el tiempo


El día que decidí parar

Había visto la mayoría de sus películas y aquel domingo estrenaban su última proyección en televisión y me quedé a verla, acababa tarde y fruto del cansancio de un fin de semana de no parar acabé dormido en el sofá. No era la primera vez y ya veo que no será la última que me ocurra. Era un momento de calma, de desconectar del ruido recurrente de los domingos a última hora "mañana no quiero ir a trabajar".

Me desperté sobresaltado y bastante acartonado, el sofá estaba dando sus últimos coletazos y mi espalda lo empezaba a notar. A los pocos minutos de abrir los ojos me di cuenta de lo absurdo de mi sobresalto y es que no era un lunes cualquiera, me había cogido el día libre para hacer lo que me apeteciese, ese día me lo iba a dedicar. Intenté quedar con los amigos a comer y fue imposible, que si comida de trabajo, ir a recoger a los pequeños al cole, ¿Un lunes? Cómo vamos a comer un lunes. Así que no tenía ningún plan. Me preparé un buen desayuno, huevos, un poco de bacon, zumo de naranja y fruta en abundancia para terminar. No soy muy de cafe, a cambio me despeja una buena ducha. Eran las 10h y salí a la calle, a ver qué me encontraba.

A pocos metros de mi portal casi me arrolla un patinete, oí el ruido de los coches, el tráfico, las prisas de la gente, "vamos todo el día acelerados" pensé. ¿Quién nos marca este ritmo vertiginoso? ¿Qué es aquello tan importante que tenemos que hacer en nuestro día a día que un lunes cualquiera no puedo elegir con quién comer o lo que hacer?.

Me gusta fijarme en los locales y los negocios que ocupan esos locales, las tiendas de los barrios o de barrio están llenas de sorpresas. Es curioso lo que ha evolucionado la manera de consumir, tenemos todo a un solo click y a la vez no tenemos nada, perdemos la esencia, la experiencia de compra, atrapados por lo frenético del día a día, por no hablar de las formas de pago, en metálico, con tarjeta, con el móvil, desde el reloj...tal vez vayamos demasiado rápido con los cambios hacia aquello que dicen es evolución y ni siquiera una pandemia nos haya hecho reflexionar sobre el poder del consumidor y la fortaleza de la demanda, en cuanto a fijar los precios de cualquier bien de consumo

Iba yo absorto en mis pensamientos cuando me sonó el teléfono, ¿Quién llama hoy en día? En este caso era de trabajo y no quería contestar pero al final acabe cogiéndolo, era mi jefe, me tuvo quince minutos de reloj, previa disculpa, preguntándome a cerca de un cliente. Al colgar me di cuenta de que al final no era más que un elemento insignificante dentro del sistema, ni mi día libre eran capaces de respetar. Desde que me levanto todas las mañanas a las 07'15h hasta que llego a casa después de entrenar sobre las 23h, voy sin parar. Necesito mi trabajo para tener calidad de vida pero ¿Qué vida tengo? ¿Que es realmente lo que necesito? ¿Qué es para mí tener calidad de vida? ¿Puedo elegir cómo organizar mi día a día? ¿Puedo hacer lo que quiera? ¿Cuánto necesitaría ingresar? ¿Cómo conseguiría esos ingresos? ¿Cuánto tiempo tendría que dedicar?

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