¿Escuchando para responder?

Mi compromiso con vosotras se mantiene, escribir esta carta intima y personal. Esta semana llega más tarde, también pasará lo mismo con la siguiente y tiene su explicación: estoy haciendo una certificación de hipnosis ericksoniana concentrada los fines de semana (unas 20h el fin de semana), es por ello que no os escribí el domingo.

En estos días le estoy dando muchas vueltas a esto de la comunicación, de escuchar, de contar e incluso de responder.

¿Escuchas para empaparte de lo que te cuentan o para responder a lo que te cuentan?

Me gustan las conversaciones pausadas, las conversaciones donde puedes observar al otro, el mensaje, el tono, el movimiento de su cuerpo, sus manos. El fin de semana tuve un ejercicio consistía en tener dos personas delante y hablándote a la vez, cada una su propia historia. En medio yo y mi misión: observar, estar presente, y recabar información sobre lo que sucedía.

Es imposible quedarte con las dos historias. Pero os traigo cosas que me sorprendieron:

  • Es imposible que entiendas y comprendas (mensaje, intención, comunicación no verbal) a dos personas que hablan a la vez, algo se te va a escapar.

  • Es imposible que entiendas y comprendas a la persona que te esta hablando si os pisáis en el vaivén de la comunicación.

  • Aunque no puedas llegar a escuchar el mensaje verbal hay muchísima comunicación no verbal que te informa más allá del mensaje.

  • Cuando estas en una conversación y de repente te asalta una pregunta o una respuesta o un comentario, pero la otra persona sigue hablando, te has desconectado de su mensaje, a partir de ese momento es muy probable que tu atención se concentré más en lo que tu quieres decir que en seguir escuchando.

  • La atención o poner foco es algo tan maravilloso e imprescindible que deberíamos cuidar y apreciar como el agua, el sol o el oxigeno.

Cuando la premisa en una comunicación es solo la de escuchar es increíble todo lo que puedes leer más allá de lo verbalmente explicito. La emoción con la que cuenta ese hecho, esta impregnando sus movimientos, sus facciones, sus miradas, su tono y hasta el brillo de voz.

Y todo esto es para mi tan impactante porque si a esta capacidad de más o menos atención a la comunicación, le añadimos el mensaje que nosotros queremos transmitir, nuestras emociones ( en algunas ocasiones esas emociones más “feas” o desagradable de vivir) te das cuenta de que es fácil, muy fácil perderte en ti y/o no poder comprender a quien te habla.

Además hay que tener en cuenta las asociaciones que hacemos en nuestra cabeza, entendemos y traducimos al otro según nuestro mapa interior. Eso significa que somos capaces de añadir palabras que pueden resonar con el mensaje pero que no las ha dicho nuestro interlocutor (para ver esto tengo un ejercicio muy bueno por Instagram, lo puedes buscar allí).

No soy un ser de luz, y personalmente esa no es mi meta pero sí lo es aprender a ser más consciente, aprender y empaparme de aquellas cosas que facilitan y hacen más comprensible como actuamos, ser consciente al menos de que como seres humanos, nuestro mapa condiciona nuestra comprensión del mundo… eso me hace rebajar expectativas exageradas, relativizar lo que yo creo que he entendido y lo que creo que la otra persona quería decir, dándome así la oportunidad de preguntar, de comprender desde un ¿Qué quieres decir concretamente con “…..”?, ¿Quieres decir…? O sea, intentar comprender el mensaje antes de centrarme en lo que yo quiero decir.

Y también hacerme consciente que esto que yo vivo también lo puede vivir el otro.

No solo somos responsables de lo que decimos sino que también somos responsables de nuestro interés por comprender al otro. Y esta premisa a mi me es útil.

Por eso me gustaría dejarte aquí un juego, tras leer esto: Pon el máximo de atención a la siguiente conversación, obsérvala, muestra interés. Tras ella puedes si quieres preguntarte por el mensaje, que emoción transmitía, con que finalidad ha sido la conversación…

Que tengas una gran semana.

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